Desde que tengo uso de razón, el balón ha sido siempre parte importante de mi vida, mi pasión por este deporte me ha permitido madurar como deportista y sobre todo como persona.

 

Desde pequeñito, jugar con el balón era una pasión. Con 5 añitos, cuando todavía no habian categorias desde los 4 años para prácticar el fútbol, ya entrenaba con el equipo de mi hermano Juan (6 años mayor que yo) en categoría benjamin (fútbol 11) en aquel maravilloso campo de La Rambleta del Barrio San Marcelino con el Club Colegio Fergo, actualmente este campo es una de las avenidas más importantes de la ciudad de Valencia.

El entrenador era Pomares, un hombre apasionado con este deporte y del que guardo un gran recuerdo. En los partidillos de los entrenamientos le preguntaba donde me situaba y el me indicaba, corre a por el balón, trata de tenerlo. La diferencia de edad con el resto de compañeros no mermaba mi ilusión, para mí jugar con niños más mayores que yo me motivaba.

Corrian los años 80 en mi pequeño barrio de Valencia y mi pasión con el fútbol crecia a pasos agigantados.

 

Pasaron los años y nunca destaque en el fútbol base como futbolista, pero eso no mermaba mi ilusión por jugar, por disfrutar del juego.

Ni tan siquiera las 3 operaciones de rodilla frenaban mi deseo de jugar, de volver a empezar cuanto antes a poder golpear un balón.

 

De todos estos años recuerdo especialmente algunos pasajes como jugar con mis amigos en cualquier lugar (en un descampado, en la calle, en el polideportivo de San Isidro), que grandes, que momentos con mis amigos de la infancia, disfrutabamos con ello; ir a ver a mi hermano Juan jugar con sus equipos ,para mí siempre ha sido un referente y un ejemplo; jugar en el mismo equipo que Farinós que desde pequeñito ya demostraba su proyección; los valores que me enseñaba el fútbol, especialmente cuando en Cadete de 1er año empiezo la temporada sin ficha y luchaba en cada entrenamiento por superarme, por tratar de gozar de una oportunidad, por demostrar mis ganas por jugar... consiguiendo, varios meses después el premio de disponer de ficha y jugar algunos minutos con ese equipo. Eso me hizo madurar de una manera tremenda y para mí es un recuerdo muy especial.

 

Como juvenil pude disputar pocos partidos debido a una grave lesión de rodilla que solo me permitio volver a jugar a final de mi época de juveniles. A pesar de las operaciones, rehabilitaciones, dolores, etc... el deseo de jugar era la ilusión que me movía.

Tal vez, demasiadas urgencias por jugar y poco asesoramiento provocaran que mi rodilla no se haya recuperado bien.

 

Continuará...

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